El siguiente artículo lo publiqué hace unos meses en la revista Volata y para mí vuelve a tomar mucha relevancia con el Giro de Italia que estamos viviendo. Precisamente, en el programa de la Montonera de Eurosport tras la décimo sexta etapa del Giro, Rigoberto Urán dio relevancia al acercamiento personal y a la adaptación cultural del equipo EF Education al ecuatoriano Richard Carapaz, que le ha permitido transitar por este proceso de dos temporadas de volver a ser el ciclista que era, volver a sacar todo su potencial y sentirse en equilibrio de nuevo. El equipo ha sabido entenderle. Pero, como digo en el cierre del artículo, ¿en cuántas ocasiones verdaderamente ocurre de esa manera?
Estoy disfrutando enormemente viendo a los hispanoamericanos en este Giro tan protagonistas, por cierto sentimiento de pertenencia, afinidad, cariño y amistad. Me ha dado lástima las enemistades y los muchos comentarios que he leído en batalla con los españoles creyéndonos en contra de Isaac del Toro, y los leí ayer también entre mexicanos y colombianos. Para mí, el ciclismo es un deporte sin banderas, quizás de los pocos de los que podamos presumir que sea así. Hay que mirar más allá de nacionalidades, aunque nos haga ilusión cuando gane un español obviamente, y aplaudir y tomar como ejemplo sus sacrificios, esfuerzos, sus fortalezas y también sus debilidades cuando más humanos se muestran. Os dejo una conversación que mantuve con Isaac del Toro el año pasado y el artículo que menciono a continuación.
Hay una canción del grupo argentino Bersuit que es un compendio de señas de identidad argentina; sus versos citan el dulce de leche, los alfajores, el Obelisco, el Che, Gardel o Maradona (Messi estaba recién empezando su carrera cuando se compuso), sin dejar de lado la corrupción o la violencia, que con su voz critican: “podemos ser lo mejor y también lo peor, con la misma facilidad”. El álbum se subtitula “Lo que se es”. De esta identidad propia habla Vargas Llosa en su último libro “Le dedico mi silencio”, citando que “las vetas más profundas de la nacionalidad peruana, ese sentimiento de pertenecer a una comunidad [...] estaban impregnadas de música y cantos populares”.




Durante la investigación y preparación previa a la entrevista de Richard Carapaz publicada en el número 39 de Volata, me asaltó la imperiosa necesidad de viajar hasta Tulcán para conocer su historia. Porque ese “lo que se es” no se entiende en una conversación de sofá de media hora. Yo misma me lo he preguntado muchas veces. “¿Y yo qué soy?”. Para una que vivió desarraigo en su infancia en Latinoamérica y lo vive ahora a la inversa en su etapa adulta en España, diría que soy de muchos lugares a la vez. De Madrid, de la Recoleta bonaerense o del colegio chileno. Me reconozco en la música que sale de las ventanas y anima el alma en los jardines y patios argentinos, mexicanos, ecuatorianos, chilenos y colombianos. Hay parte de mí en las descripciones de las novelas de García Márquez, en el inmenso gomero de la Recoleta, en su famoso cementerio, en el trato acogedor de la gente, en el seseo, en las floristerías de Buenos Aires, en las papas a la huancaína, en los asados, en las anchas avenidas, en la risa fácil y en la naturaleza más salvaje.
Richard se desvivió por enseñarnos Tulcán y alrededores añadiendo localizaciones a nuestro plan de rodaje. Se preocupó por que desayunásemos como locales y por que conociésemos las tradiciones, con un mensaje de fondo que venía a decirnos: “esto es lo que soy”.
La oportunidad de viajar a Latinoamérica una vez finalizada la temporada 2023 vino de la mano de Eurosport. Pasamos diez días intensos de rodaje para tres documentales que verían la luz en 2024 con Richard Carapaz en Ecuador, y Rigoberto Urán y Egan Bernal en Colombia.
Caminando en Tulcán, en la provincia de El Carchi, en Ecuador, una tiene la sensación de estar perdida del mundo. Esa convivencia de cuatro días en el lugar de vida de Richard Carapaz, fue una inmersión total en la cultura, costumbres y gastronomía tulcaneña. En ese momento fui capaz de valorar en toda su dimensión el mérito de un muchacho como Carapaz de llegar hasta el ciclismo europeo en un país sin tradición ciclista y desde una familia con recursos limitados.




Aquellos días, Richard se desvivió por enseñarnos Tulcán y alrededores añadiendo localizaciones a nuestro plan de rodaje. Se preocupó por que desayunásemos como locales y por que conociésemos las tradiciones, con un mensaje de fondo que venía a decirnos: “esto es lo que soy”. Se encargó de presentarnos cada una de las frutas, verduras y hortalizas propias de allí. Con un cuchillo en mano, frente a uno de los puestos de frutas del mercado municipal cortaba y me extendía para que probase la granadilla, el taxo, el pepino dulce, las naranjillas y los ovos a la vez que nos servían un delicioso jugo de alfalfa, huevo y tomate de árbol unos puestos más allá. Sus padres Anita y Antonio, su hermana Cristina y sus sobrinas, nos recibieron con los brazos abiertos y cocinaron para nosotros unas deliciosas truchas fritas acompañadas de arroz y papas fritas, sopas de pollo con papa, maíz y quesillo y morocho de postre. Nos reíamos después ya que bajo el estupor de la comilona tocaba hacer la entrevista central del documental.
“Es una lástima que un deporte que presume de su globalización, pierda la oportunidad de abrazar esa realidad y esa cultura de cada uno para obligarle a la adaptación a la del propio equipo”.







Fueron días de mucho enriquecimiento cultural; una experiencia que adquiría todavía más valor con guías que eran en realidad grandes campeones del ciclismo y sobre todo, unos luchadores en la vida. A Egan le disfrutamos en su entorno, con sus amigos y familia, en una casa bellísima entre Bogotá y Zipaquirá que hace las veces de retiro espiritual, rodeados por innumerables animales que cuida con mimo su novia Mafe. Con la pandilla de amigos probamos el ajiaco y alrededor de un “tintico” (café solo) nos extendimos en las conversaciones generalmente más sobre costumbres y la vida que sobre el propio ciclismo.
Sigo aún boquiabierta con Rigoberto Urán y todo lo que ha sido capaz de crear alrededor de su figura. Se está convirtiendo en uno de los personajes más influyentes de Colombia con más de veinte negocios abiertos con cafeterías y talleres, sus marcas de ropa Go Rigo Go, de bicicletas Uranium, su restaurante familiar La Finca de Rigo, la última apertura del exclusivo “Grosería”, así como su Giro de Rigo que el próximo año celebrará una edición espectacular con motivo de su retirada del ciclismo. Pero lo que definitivamente le está catapultando a la fama es su telenovela “Rigo” emitida diariamente en el canal RCN en prime time, en la que a través de su propia historia, se cuenta a la vez la historia del país.
En este viaje me impregné de su lugar de pertenencia y de su identidad, y entonces entendí sus historias. Es una lástima que un deporte que presume de su globalización, pierda la oportunidad de abrazar esa realidad y esa cultura de cada uno para obligarle a la adaptación a la del propio equipo. Es una pena que en un ciclismo cada día más anglosajón pasen cada vez más desapercibidos nuestros folclores y nuestras hermosas lenguas. Al fin y al cabo el ciclismo es hacer camino, es lugar, es pertenencia y es identidad. ¿No es acaso eso “lo que se es”?
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Excelente exaltación en tu escrito, muy lindo, lo único que te faltó tal vez investigar es que ecuador si tiene tradición ciclistica hace más de 100 años llegaron las primeras bicicletas a nuestro país en 1903, lo que nunca habíamos tenido es recursos, ni buenos dirigentes, ciclistas miles y tal vez con apoyo hubieran llegado a Europa a arrasar esas montañas, el Carchi es la cuna tal vez por su cercanía con nuestro vecino país Colombia de quienes hemos heredado y aprendido creería que todo lo que Ecuador es ahora en materia de ciclismo, Richar nos visualizo y esperemos que con su magia logre que muchos niños de clases sociales humildes y limitadas de recursos lleguen a conquistar las grandes vueltas como lo ha hecho, Richar, Chalequito, Narváez, Caicedo, como nuestros hermanos colombianos que tienen miles de nombres que han brillado. saludos Juan José Valencia Cuenca
Hola! Te sigo por el podcast y me alegra mucho leerte por aquí, Saludos!