Tengo un recuerdo muy nítido de cuando el periodista de la radio catalana, Isaac Vilalta, me contó que iban a crear una revista de autor y muy de nicho llamada Volata. “Qué valientes”, pensé yo entusiasmada por el proyecto. “Ciclismo · Cultura · Periodismo”, hace las veces de subtítulo en portada y de razón de ser. Yo entonces llevaba un tiempo escribiendo para Pedalier, donde inicié oficialmente mi carrera periodística en el ciclismo. Eran tiempos difíciles para la prensa escrita y no han dejado de serlo desde entonces. Pedalier desapareció al año siguiente no sin mucho trabajo y esfuerzo por mantenerse. El mismo que ha dedicado Volata en estos diez años que cumple. La satisfacción se encuentra en cumplir cada día con la misión propuesta hace diez años: hacer un producto de calidad para los lectores y un periodismo comprometido.
He sido lectora de la revista desde el inicio y desde hace un par de años columnista y redactora. No puedo más que animaros a que os suscribáis los que no lo habéis hecho. Os haréis un favor a vosotros y al periodismo.
He pensado compartir con vosotros mi última columna publicado en el número 43 y que celebra ese 10 aniversario. ¡Por muchos años más, Volata!


El deporte nos hará mejores
Sería muy pretencioso por mi parte decir que el ciclismo lo hará, pero ando convencida de que en una sociedad un tanto a la deriva, los valores del deporte -del ciclismo-, a poco que les prestemos atención, nos harán mejores. Para ello, hay que aferrarse fuerte al espíritu luchador del francés Julian Alaphilippe que cura heridas, se rehace en los miedos y se sobrepone a las críticas de su propio jefe, Patrick Lefevre, peleando un día tras otro en la carretera para por fin reivindicarse en el Giro de Italia como el ciclista que fue.
Hay que ser paciente, constante y disciplinado. Vivir con discreción tanto el éxito como la derrota. Y quizás, la vida termine por sorprenderte cuando pienses que no hay nada más para ti. Romain Bardet ha sido el héroe discreto, a la sombra de un Thibaut Pinot que a su vez, representaba al héroe imperfecto; más emocional, más humano, quizás por ello más inspirador que su compatriota. Bardet, el que ha batallado siempre sin conseguir nunca ser el mejor, como contaba bañado en lágrimas en la meta de la vigésima etapa del Tour, ha sobrellevado el peso de las expectativas y de la presión con una entereza admirable. Su determinación le valió el primer maillot amarillo de su carrera en la que era su última participación en el Tour. En años de idilio con la carrera, logró ser segundo en 2016, 3º en 2017 y sumar a lo largo de los años cuatro victorias parciales.
Hay que ser lo fuerte que se pueda ante la adversidad y confiar en que tiempos mejores vendrán, como intentaba explicar el belga Victor Campenaerts emocionado tras su primera victoria en el Tour de Francia.
Hay que entender, como hizo su compañero en DSM-Firmenich, Frank van den Broeck, de 23 años y que llegó junto a él a la meta, que las oportunidades llegarán y que hay que respetar los méritos de quien lleva una vida dedicado al ciclismo, devoto al Tour de Francia; méritos y admiración siempre al y por el maestro.
Hay que hacerse fuerte y sacar la garra cuando la vida se vuelva injusta como hizo Richard Carapaz al no conseguir su plaza olímpica en favor de Jhonatan Narváez, la opción de una federación un tanto corrompida y desagradecida con el último campeón olímpico de ciclismo en carretera. Carapaz decidió levantar la cabeza y con firmeza seguir adelante, para seguir escribiendo capítulos en la historia del ciclismo de Ecuador siendo líder del Tour por un día, logrando una victoria de etapa y enfundándose el maillot de mejor escalador del tour francés en Niza.
Hay que ser humilde y buen compañero aunque los colores os vistan de rivales.
Hay que encontrar la felicidad en el camino y el sentido en el sacrificio, como Mark Cavendish, que sin necesidad de batir récords para que se le recuerde como el mejor velocista de toda la historia, se convirtió en el ciclista con más victorias en el Tour de Francia a sus 39 años. Al podio subió con sus cuatro hijos, con los que ha pasado 19 días en lo que llevamos de 2024, y que, aunque todavía no se den cuenta, han aprendido de su padre el valor del esfuerzo, de la renuncia y de la fuerza de la voluntad.
Hay que ser lo fuerte que se pueda ante la adversidad y confiar en que tiempos mejores vendrán, como intentaba explicar el belga Victor Campenaerts emocionado tras su primera victoria en el Tour de Francia. Ignorado por el equipo, plagado de dudas sobre su futuro y con un hijo en camino, se preparó como nunca para la carrera, con nueve semanas de concentración en altura en Sierra Nevada acompañado por su novia y donde nació su hijo tres semanas antes del arranque del Tour. Gracias a él, cuenta, ha vuelto a ver el cielo azul. El trabajo tuvo su recompensa y en 2025 se espera que corra para el equipo Visma - Lease a bike.
Hay que encontrar la felicidad en el camino y el sentido en el sacrificio, como Mark Cavendish.
Hay que ser humilde y buen compañero aunque los colores os vistan de rivales. Entonces nos inspirará un Juanpe López, líder en el Tour de los Alpes, cogiendo un bidón en un avituallamiento para dárselo a un ciclista del DSM. Uno que ha trabajado tanto para otros, sabe de la importancia de estos gestos.
Hay que ser conscientes de que hacer feliz a los demás cuesta muy poco. Bastan pequeños gestos. Ese niño en las cunetas del Giro de Italia no olvidará jamás que tras el doble paso de Monte Grappa y de camino a su sexto triunfo en el Giro de su debut, Tadej Pogacar pidió un bidón a su auxiliar para regalárselo en plena carrera. Y es que los ciclistas, los deportistas en general, lo tienen muy fácil. Me encanta ver las fotos de la metas con los corredores de costado, y el fotógrafo frente al público, para ampliar y ver los rostros de emoción en la gente. Ser capaz de generar esa felicidad es un súper poder. Como lo es el ser capaz de marcar récords casi cada día, de ganar cómo y dónde se quiera para convertirse en ciclistas extraordinarios.
Y hablando de valores, en este ciclismo de galácticos, de victorias concentradas en un club muy selecto, admiro todo salvo la codicia. Disfruto del espectáculo como todos, pero denme historias como las anteriores para inspirarme e intentar emularles en lo mejor, en lo que puedo procurar copiar como persona, que no tiene nada que ver con las piernas, sino con la razón.
Preciosa columna Laura! Sirve de reflexión y motivación para la vida misma