Hace unos meses me encontraba en una conversación de padres y madres deportistas, la mayoría ex ciclistas profesionales, hablando de las carreras que estaban iniciando sus hijos e hijas. Algunos son niños todavía, otros ya adolescentes y cercanos a ese punto en el que se deben tomar decisiones importantes en pos de una carrera como deportista de élite.
La conversación se había iniciado de manera casual entorno a las vacaciones familiares frutradas por el deseo de esos muchachos y muchachas de no perderse un sólo entrenamiento ni competición. A su jornada escolar se añadían por lo menos veinte horas de sesiones de entrenamiento semanal y competiciones los fines de semana. Estas madres, que reviven la historia y el sacrificio de las carreras de sus maridos con sus hijos, lo tenían claro: son los que tienen esta mentalidad los que llegan o están, al menos, más cerca de conseguirlo.
Entonces pude escribir la historia desde el principio. Pude imaginar a Evenepoel con su balón de fútbol, a Roglic con sus esquíes, y a Pocagar, a van der Poel y a tantos otros corredores en su más tierna infancia con su bicicleta. Enfocados en el deporte, con disfrute pero con autoexigencia, con un objetivo y con el aprendizaje temprano del trabajo y sacrificio que conlleva el alcanzarlo. Sin olvidar el esfuerzo de sus familias, volcadas en el sueño de sus hijos.

Son muchas las ocasiones en las que me preguntan ¿y por qué el ciclismo? Y aunque los motivos son muchos, cada vez encuentro más inspiración en ese trabajo silencioso, de jornada completa, de mucho convencimiento pero con pocas certezas y de sacrificio inmenso. A propósito de esto, leía en Twitter el hilo que compartía Matteo Jorgenson, corredor del equipo Movistar que hizo una excelente campaña de clásicas y una primera parte del año sobresaliente.
Contaba el estadounidense que una de las lecciones más importantes que había aprendido era que toda competición, haya ido bien o mal, ayudará al cuerpo a dar pasos hacia adelante. En 2021 comenzó llevando el cuerpo al máximo de su fatiga en las clásicas de primavera, lo que le hizo arrastrarse en el Giro de Italia. Del Tour de Francia de 2022 tardó en recuperarse hasta el mes de diciembre, y la experiencia, sin embargo, le dio la motivación suficiente para marcarse grandes objetivos para 2023 entre clásicas y clasificaciones generales. Su trabajo invisible habla de un salario repartido en concentraciones de altura, material de contrarreloj, nutricionista propio, fisioterapia y sesiones de entrenamiento tras moto. Desde el mes de diciembre ha pesado cada gramo de comida para asegurarse de estar en todo momento en el peso propio de la competición, siempre con la atención de Iván Velasco en biomecánica y aerodinámica y la de Patxi Vila en su rendimiento.
Tengo la fortuna de llevar más de una década rodeada de personas que trabajan bajo los más altos estándares de excelencia y de exigencia propia y eso es tremendamente inspirador. Lo vinieron aprendiendo casi desde la cuna. Quizás me relacioné pronto con la exigencia de este deporte porque fue la misma con la que mis padres nos educaron a mis hermanos y a mí. Una educación a ratos tediosa, que con los años se ha convertido en un valioso regalo. Pienso que me dio las herramientas necesarias para luchar por mi sueño de trabajar en el ciclismo profesional tras un flechazo casual con este deporte. Como Jorgenson, pero sin salario de deportista profesional, me gasté mis pequeños ahorros de mi primer trabajo tras la universidad en ir a las carreras a aprender el oficio. Ganaba un poco y lo invertía en seguir aprendiendo. Con convencimiento pero sin certeza, aunque mi padre siempre insistió que esta era el trabajo duro como base para cualquier propósito. Cuando ya se sabía débil, antes de fallecer, nos dejó unas palabras que viven en mí. Una de esas frases se ha convertido en parte de su legado: “educad a vuestros hijos en la cultura y en la excelencia”.
Lo valioso del deporte es extraer ese ejemplo para nosotros, y de paso convertir en metáfora de nuestras propias vidas las palabras del jugador de la NBA, Giannis Antetokounmpo, “en el deporte no se cometen errores, son pasos hacia el éxito”.